El Origen del
día del libro se remonta a 1926. El 23 de abril de 1616
fallecían Cervantes y Shakespeare. También en un 23 de abril nacieron – o
murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir
Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan
simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia
General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y
alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la
lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso
social y cultural.
Los lectores a menudo le preguntan a los escritores cómo
escriben sus historias - ¿de dónde salen las ideas? Provienen de mi
imaginación, contesta el escritor. Ah, claro, suele contestar el lector. Pero,
¿dónde está tu imaginación, de qué está hecha y es cierto que todo el mundo
tiene una?
Por supuesto que todo el mundo tiene imaginación: sin ella,
no seríamos capaces de soñar. No obstante, no toda imaginación tiene las mismas
cosas dentro de ella. Probablemente, la imaginación de los cocineros contenga
en su mayoría sabores, de la misma manera que la imaginación de los artistas
contendrá sobre todo colores y formas. La imaginación de los escritores está
principalmente llena de palabras.
Para los lectores y oyentes de historias, sus imaginaciones también se nutren de palabras. La imaginación de un escritor trabaja y da vueltas y da forma a las ideas, a los sonidos, a las voces, a los personajes y a los acontecimientos hasta convertirlos en una historia; esta historia no está compuesta de otra cosa que no sean palabras, batallones de garabatos desfilando por las páginas. Entonces ocurre que, de pronto, llega un lector y esos garabatos cobran vida.
Para los lectores y oyentes de historias, sus imaginaciones también se nutren de palabras. La imaginación de un escritor trabaja y da vueltas y da forma a las ideas, a los sonidos, a las voces, a los personajes y a los acontecimientos hasta convertirlos en una historia; esta historia no está compuesta de otra cosa que no sean palabras, batallones de garabatos desfilando por las páginas. Entonces ocurre que, de pronto, llega un lector y esos garabatos cobran vida.
Todo lector de una historia tiene algo en común con los
otros lectores de esa misma historia. Separadamente, aunque también de alguna
manera juntos, ellos han recreado la historia en su propia imaginación: una
acción que es tanto privada como pública, individual como común, íntima como
internacional.
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